Sábado, 23 de noviembre de 2024 Suscríbase
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Arte y Cultura

El poder latino

En la actualidad audiovisual donde las plataformas de streaming están […]

En la actualidad audiovisual donde las plataformas de streaming están teniendo una gran relevancia frente al mundo del entretenimiento, podemos notar la manera cómo la producción latinoamericana ha pasado de ser el patito feo y se ha convertido en el cisne

Por Juan Fernando Sánchez

Actor, productor teatral y gestor cultural

@juanfernandosanchezv

Durante décadas la producción audiovisual latinoamericana fue visible por ser especialista en profundizar el género de la telenovela, dramas llevados a la pantalla en donde los estereotipos de ricos y pobres, malos y buenos e historias de amor imposible y de tinte aspiracional eran aclamadas por millones de espectadores. Historias con un argumento melodramático y no necesariamente apegado a la realidad, en cierta forma un bosquejo de cómo vivimos, si bien no en forma, en esencia es cómo nos diferenciamos de otras partes del mundo, la manera pasional de comunicarnos y ese mentado sabor latino que nos hace visibles en donde estemos, modismos culturales que enriquecen nuestro diagnóstico.

Las telenovelas han sido sintonizadas en todos los hogares y orbitan con sus personajes en el argot popular de nuestras sociedades, volviendo icónicas interpretaciones que aún hoy son reverenciadas por personas de todas las edades y escalas sociales. En la medida que la apuesta visual fue volviéndose más robusta y la era digital empezó a proporcionar recursos más atractivos este mundo de historias únicamente dedicado a un color empezó a buscar un nuevo camino dando como resultado una propuesta diferente, en donde el híbrido entre las series que conocíamos entregadas por las grandes cadenas de televisión de Estados Unidos y Europa se combinaban con los formatos desarrollados en Latinoamérica. Esto permitió disfrutar de un nuevo contenido, que si bien contaba con unos estándares de producción más interesantes, seguía manteniendo los tintes de un lenguaje, que exaltaba circunstancias no tan afortunadas de nuestra realidad. El boom de las narcoseries empezó a tener mucho eco y de manera reiterada era una apología a unos antivalores morales y sociales. Se resaltaban los estilos de vida estrambótica, ostentación y dinero aparentemente fácil.

El sendero de transformación de la industria ha tenido muchos ingredientes pero hoy por hoy estamos en un lugar del proceso bastante afortunado, porque si bien se siguen contando historias muy propias y que de una u otra forma nos dan un diagnóstico de nuestro panorama los paisajes son más diversos. Se están contando relatos de episodios nuestros puestos en ficción y la apuesta que están haciendo las plataformas de streaming es muy acertada, ya que cuentan con la colaboración de grandes casas productoras que han perfeccionado sus estándares frente a la calidad.

Uno de los casos es Dynamo, productora colombiana que no solo está cerrando grandes tratos con Netflix, Amazon Prime, Apple TV+ sino que también ha puesto en disposición sus servicios de producción a grandes títulos de películas realizadas en nuestro país.

De la mano de Dynamo, Netflix ha estrenado un paquete de buenas series, siendo la primera original desarrollada en Colombia y que cuenta con dos temporadas Distrito Salvaje, una serie producida por Natalia Echeverri que narra la historia de JJ (Juan Pablo Raba) un exguerrillero que se acoge al Proceso de Paz porque es obligado a huir de la selva y que es utilizado por sus grandes capacidades como un vehículo para desmantelar una red de corrupción. Esta puesta en escena cuenta con calidad, actuaciones, dirección e historia de competencia, aparte de proporcionar una gran dosis de entretenimiento enmarcado en el thriller. La serie plantea cuestionamientos muy oportunos sobre la reinserción y la evidente, pero en ocasiones silenciosa fórmula corrupta del poder, como poner sobre la mesa esas caras de la moneda que desde la barrera se ven tan diferentes.

Otra de las series realizadas por Dynamo para Netflix fue El caso Colmenares, producida por Arlen Torres, una cruda radiografía de uno los casos más nombrados en nuestro país en los últimos años y que desde sus actuaciones y dirección nos permite un tránsito por un escenario donde las preguntas sin respuesta y las grietas enormes que tenemos en la justicia son tan vulgares que nos ubican en una posición en donde la polémica y el debate ético y moral es traducido a nuestro propio criterio.

El 14 de agosto llega a las pantallas desde esta misma plataforma El robo del siglo, producida por Juliana Moreno, y protagonizada por una dupla dorada: Andrés Parra y Christian Tappan. La historia relata uno de los robos mejor estructurado y desarrollado en Colombia y nos remonta a los sucesos ocurridos en el Banco de la República de Valledupar en el año 1994. Sin el uso de la fuerza ni violencia, los asaltantes se llevaron la cifra de $24.072.000 millones de pesos. Este robo fue catalogado como el robo más importante del siglo XX, obligó a cambiar la imagen de los billetes y hasta hoy no ha tenido precedentes.

Estas tres producciones son lideradas por unas jóvenes y talentosas mujeres con una experiencia que las hace entender el lenguaje cinematográfico de una manera muy acertada y disponiéndolo para la televisión.

A través de las series nos han ubicado entre muchas otras personas a lo largo de Latinoamérica, en un epicentro productor de contenido, generando posibilidades de transformación en la manera bajo la cual se cuentan nuestras historias, que aunque sigan teniendo la misma raíz nos muestran colores diferentes y atractivos. Es oportuno darle un vistazo a esos avances visuales de los cuales disfrutamos en el presente del entretenimiento de nuestros países.

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