La Berlinale, un festival históricamente conocido por su compromiso político, se celebra en un contexto delicado marcado por cuatro meses de conflicto entre Israel y el movimiento islamista palestino Hamás en Gaza. Justo antes de su inauguración, una cincuentena de colaboradores del festival firmaron una carta abierta solicitando a la dirección del evento una postura más firme frente a "la ofensiva actual contra la vida palestina".
A pesar de las tensiones, los organizadores del certamen expresaron su "compasión por todas las víctimas de las crisis humanitarias en Oriente Medio y más allá", mostrando preocupación por "el aumento del antisemitismo y del sentimiento antimusulmán".
En cuanto a las películas procedentes de la región, "No Other Land", realizada por un colectivo palestino-israelí, destaca por mostrar la destrucción de las aldeas de Masafer Yatta en Cisjordania por parte de las autoridades israelíes, así como la improbable asociación entre un activista palestino y un periodista israelí.
Por su parte, el cineasta israelí Amos Gitai, defensor de la paz, presentará una revisión de la obra teatral "El rinoceronte", de Eugène Ionesco.
Además, es importante mencionar que cineastas iraníes enfrentan dificultades para presentar sus filmes en el festival. Mariam Moghadam y Behtash Sanaeha planean exhibir su película “Mi pastel favorito” a pesar de las restricciones impuestas por las autoridades de Irán, que les prohibieron viajar también para presentar su película anterior, “El perdón”.
Estos cineastas, que están en el punto de mira de las autoridades, se enfrentan a la confiscación de sus pasaportes y la persecución judicial por su trabajo artístico. Las fuerzas del orden allanaron la casa de su productor y confiscaron todos los discos duros y ordenadores del proyecto. A pesar de los obstáculos, estos cineastas siguen luchando por hacer oír su voz en la Berlinale.