Por Juan Fernando Sánchez
Actor, productor teatral y gestor cultural
El 2020 un año que se sale del molde de lo que conocíamos como habitual.
A lo largo de la historia de la humanidad hemos enfrentado diferentes maneras de transitar como sociedad, las guerras, las hambrunas, las pandemias y otras catástrofes han sido los detonantes de los cambios de paradigmas. El arte y la cultura nos proporcionan evidencias de esas rupturas que desde lo individual o lo colectivo han dictado el viraje en el rumbo, un cambio que en teoría nos daría unas herramientas para tener una visión más efectiva frente a la siguiente prueba que debamos superar como humanidad.
El 2020 es un año sin precedentes en donde todo cambió, vamos llegando al final del año y todavía no sabemos si vienen más sorpresas, llegó un visitante odioso y abusivo para quedarse llamado Covid-19, nos puso de manera global contra las cuerdas, muchas especulaciones en la conversación sobre su procedencia alentaron el coloquio, miedo en el ambiente y desolación por sus estragos, ahora hay rumores de una vacuna efectiva… no lo sabremos en un tiempo, el desastre que dejó a su paso todavía es incalculable, muertes, crisis económica, preguntas sin respuesta y reflexiones sin sentido. ¿Necesario? Tal vez… ¿Efectivo? Tal vez no tanto, nuestros comportamientos no variaron mucho y nuestra solidaridad exacerbada se ha ido escapando por los dedos de la esperanza. Otro león dormido que nos vino a tocar la puerta fue el señor cambio climático, demostrando una vez más que somos esos visitantes odiosos y abusivos que llegamos para quedarnos tal cual lo hizo una pandemia con nosotros, por estos días está desperezando sus brazos en forma de huracanes que arrasan con ciudades, inundaciones dejando comunidades vulnerables. Fuimos también testigos de las elecciones polémicas en Estados Unidos, donde se habló de fraude, culpas van, vienen y las preguntas encuentran respuestas a medias. Y sí, todo esto parece un panorama caótico salido de una película de ciencia ficción, pero precisamente esa es una de las maravillas del audiovisual que desarrolla historias que nos ubican en un mundo aparentemente hipotético e impensable, pero siempre la realidad supera a la ficción y nos da esa posibilidad de mirar en nuestro espejo todos esos relatos que sí devuelven la esperanza, solidaridades bien aplicadas, acciones coherentes y personajes que se convierten en ejemplo. Historias que hacen que la fe tenga nuevamente sentido o simplemente que nos permiten vivir momentos de buen entretenimiento, y no porque únicamente sean paisajes idílicos, donde sus protagonistas encuentran perfecciones sino porque desde sus fracturas o humanidades confusas ven un camino o metafóricamente nos muestran ese discurso que quisiéramos gritar.
Por ejemplo en Netflix podemos disfrutar de tres grandes apuestas, El juicio de los 7 de Chicago, película que cuenta con un elenco de lujo y que nos relata el camino recorrido por siete personas involucradas en las protestas realizadas en el marco de la convención demócrata en Chicago en 1968 y que estaban encaminadas a protestar en contra de la guerra de Vietnam, en una época convulsa y de transición en el pensamiento, las juventudes se alzaban al unísono en contra de el sinsentido de la guerra y el patriotismo bélico, el abuso de la autoridad y el racismo. Estas ocho personas enjuiciadas que terminaron siendo siete nos muestran esa discriminación a la que se ven expuestas las voces diferentes, la libertad de la expresión y esas conductas mal empleadas por el poder que finalmente encuentran ser oídas y que imponen un antecedente importante en el discurso reposado conocido hasta el momento.
Por otra parte en la misma plataforma podemos disfrutar de Sense8, una serie creada, escrita y dirigida por las hermanas Wachowski, las dos mujeres transgénero creadoras de la saga de Matrix. Su primera temporada fue estrenada en el 2015 y el último episodio de la segunda temporada fue transmitido en el 2018. Sense8 nos lleva al mundo de la ciencia ficción a mostrarnos la conexión de ocho personas en diferentes latitudes y que tienen la posibilidad de compartir emociones y habilidades a distancia, esta serie nos provee de grandes dosis de adrenalina pero sobre todo nos muestra esa naturaleza humana que no responde a raza, condición sexual, lugar social o geográfico. Nos habla de la inclusión esencial, de cómo no importa la superficie sino que existen profundidades que estimulan a todos por igual y de cómo estamos conectados sin pensarlo con cada habitante de este planeta.
Y por último en la escena popular actual está la joya audiovisual Gambito de dama, una serie protagonizada por la virtuosa Anya Taylor Joy y estrenada en octubre de este año. La serie nos muestra el paisaje de una niña huérfana que tras la muerte de su madre es recluida en un orfanato y encuentra en el ajedrez y su excepcional talento para este juego, el escape a una realidad no muy afortunada, donde las adicciones por las drogas y el alcohol se convierten en ese gran monstruo a derrotar acompañado de la ambición por convertirse en la mejor jugadora de ajedrez del mundo. Gambito de dama que está basada en la novela de 1983 de Walter Tevis y que basa su nombre en una jugada de ajedrez no solo nos sumerge en un tránsito de siete episodios cargados de adrenalina, también nos presenta una historia llena de metáforas acerca del papel de la mujer a mediados de la década de los 50 y que se extiende por los 60, donde las mujeres ocupaban un lugar silente en la sociedad estadounidense y cómo el personaje de Beth rompe estos paradigmas a través de sus logros, su estilo de vivir y su éxito.
Estas tres opciones son esas muestras de cómo el audiovisual aparte de ser de gran compañía en este 2020, reflejan que la mente creadora siempre va a estar dispuesta a contar historias que tienen que ver con nuestra propia realidad, a veces silenciosa en el pensamiento y otras ocasiones impulsada hacia la acción, el camino que tome siempre dependerá de usted.
“Estas tres opciones son esas muestras de cómo el audiovisual aparte de ser de gran compañía en este 2020, reflejan que la mente creadora siempre va a estar dispuesta a contar historias que tienen que ver con nuestra propia realidad”.